Día 10.-Ciudad de Quanzhou
29 de diciembre, 2009
29 de diciembre, 2009
Hasta
entonces, los sitios históricos que habíamos visitado en nuestro viaje a las
provincias de Guangdong y Fujian estaban en la ciudad, donde resistieron el
embate del tiempo, la destrucción y reconstrucción de las urbes y se mezclaron
con los modernos edificios.
En cambio, la residencia
antigua de la familia Cai se encontraba a varios kilómetros de la ciudad de Quanzhou, como queriendo huir
de la mancha urbana y del acoso turístico.
Para llegar a ella cruzamos pequeños
poblados, algunos de apariencia desoladora. Atrás dejamos los grandes
corporativos y centros comerciales, los edificios con ventanas de cristal, y
las largas avenidas.
Al descender del autobús,
sentí el viento gélido de las primeras horas del día, que levantaba el polvo de
las calles sin pavimentar. En la puerta de la residencia ya nos esperaba el
señor Liu con una sonrisa, estaba ansioso por mostrarnos el tesoro familiar en
el que han vivido varias generaciones.
Las 22 casas que conforman el
conjunto habitacional están distribuidas en amplias calles paralelas y estrechos
callejones perpendiculares. Sus techos, a dos aguas y con puntas que miran al
cielo, estaban cubiertos con tejas grises.
Una de las cosas que más
llamaron mi atención fue que las paredes se construyeron con una mezcla de
diversos materiales desechables como ladrillos, conchas de almeja, ostión y
caracol.
Tanto en las fachadas como en
el interior de las casas se pueden admirar miles de detalles. Paisajes
naturales, episodios históricos, grecas, flores, animales y caracteres chinos
están representados con pintura, madera tallada y relieves de piedra
incrustados en las paredes.
Desafortunadamente, el paso
del tiempo ha borrado algunas pinturas, así como poemas o leyendas escritas en
chino mandarín. No obstante, los años le imprimen un toque de antigüedad que
las hace más atractivas al tacto y a la vista, por su rica variedad de texturas
y colores desteñidos.
El señor Liu nos comentó que
el gobierno local de Quanzhou destina una partida del presupuesto para proteger
esta reliquia arquitectónica, aunque reconoció que no es suficiente debido a
los múltiples detalles decorativos que tiene la residencia.
Este legado patrimonial fue
edificado en una superficie de 16 mil 500 metros cuadrados
por el señor Cai Qichang y su hijo Zishen, entre 1867 y 1911, cuando gobernó la
dinastía Qing.
Zishen llegó a ser diputado en
Filipinas y tuvo también negocios en Singapur. Gracias a estas dos posiciones,
pudo construir la residencia en donde ahora convive la séptima generación con
más de 100 descendientes.
Durante el recorrido nos encontramos
al señor Cai Shangyi tomando té con su esposa e hija en un diminuto comedor de
madera tallada. Shangyi pertenece a la sexta generación y ha vivido en la
residencia desde que nació, por eso no le resulta extraordinaria su belleza, aunque
reconoce la importancia del recinto histórico por la gran cantidad de turistas
que reciben cada año.
Tras la visita a la familia
Cai fuimos al Puente de Anping que, para ser un sitio histórico con más de 800
años de antigüedad, está completamente abandonado.
A pesar de que en el camino
había letreros que anunciaban el puente como un monumento histórico, al llegar
al lugar nada indicaba que por ahí hubiera uno. En los alrededores alcanzamos a
ver un paradero de camiones de basura y, entre ellos, una pequeña puerta: era la
entrada hacia el gran puente.
Sentí pena al encontrar la puerta para entrar al Puente Anping en un barrio tan desolado. Foto: Gabriela Becerra |
Construido completamente de
piedra, el puente cruza una extensión de mar de dos kilómetros. Por cuestiones
de tiempo no lo recorrimos todo, pero en su camino se pueden encontrar algunos
pabellones y un pequeño templo.
El Puente Anping tiene más de 800 años de historia. Foto: Ana Wei |
Con esta visita concluí mi
viaje de diez días a Guangdong y Fujian. Dos provincias que me sorprendieron por
su acelerado crecimiento económico en los últimos años, así como por las
relaciones comerciales que han mantenido con la isla de Taiwán.
Pero no sólo eso, ambas
provincias también gozan de un legado cultural incalculable y de una
gastronomía que puede satisfacer los paladares más exigentes, no por nada la de
Guangdong es reconocida a nivel internacional.
A tres meses de haber llegado
a China, este viaje me permitió acercarme a su cultura, historia y gastronomía.
Me llevo de regreso a Beijing la
alegría de los habitantes de la zona costera del sur de China, el exquisito
sabor de los platillos a base de mariscos, y la ingeniosa arquitectura de las construcciones
llamadas “tulou”.