Día 1.- Ciudad de Guangzhou
20 de diciembre, 2009
Después de tres horas de vuelo desde Beijing,
llegamos a la ciudad de Guangzhou para un
viaje de trabajo.
Durante diez días, una delegación de Radio
Internacional de China, integrada por extranjeros de los departamentos de
indonesio, francés, inglés, árabe y español, así como por autoridades de la
emisora, visitará las provincias costeras de Guangdong y Fujian, ubicadas en el
sur del país.
Del frío al
calor
Tan pronto como bajé del avión, me quité abrigo,
guantes y bufanda. Parece que las estaciones del año en la capital de la
provincia de Guangdong no transcurren. Aunque es invierno, los árboles más altos lucen frondosos
y los pequeños presumen el colorido de sus flores.
Del aeropuerto al hotel, observé que Guangzhou es una
ciudad y un bosque al mismo tiempo. En sus avenidas hay una gran cantidad de
árboles y los puentes, tanto peatonales como vehiculares, están tapizados con
plantas y flores.
Alcancé a ver en las azoteas de las viviendas
pequeños jardines, pues los habitantes buscan, en medio de tanta construcción,
automóviles y contaminación, abrirle paso a la naturaleza.
Guangzhou es una mezcla de lo viejo y lo nuevo. Basta
con transitar por las avenidas para notar ese contraste tan marcado, pues los
edificios más antiguos y despintados parecen indefensos frente a los modernos y
altos con más de 50 pisos, que por las noches se iluminan con luz neón.
El hotel donde nos hospedamos nos dio la bienvenida con un festín
culinario. A penas tomamos asiento, comenzaron a desfilar ante nosotros una
gran variedad de platillos que me hicieron constatar que la cocina cantonesa es una de la mejores del
mundo.
Por cierto, esta gastronomía es la que más representa a China a nivel
internacional, pues históricamente han sido los cantoneses quienes se han
aventurado en el extranjero, la mayoría de ellos, para poner un restaurante.
Un caldo caliente, con
trozos de carne de cerdo y hojas medicinales, fue la antesala de lo que vendría
después: queso de soya, repollo hervido, huevos hervidos en té, arroz cocido,
pescado, bollos rellenos de carne de puerco, frijoles dulces y ganso laqueado,
platillo típico de esta ciudad.
El brindis es algo que no
puede faltar en las comidas chinas donde se celebra algo especial. Iniciábamos
un viaje de trabajo de diez días por dos provincias sureñas de China, así que había
un motivo para brindar con el tradicional baijiu
de arroz, un licor que en promedio tiene entre 40 y 60 grados de alcohol.
El viaje apenas comenzaba y
Guangzhou quería mostrarnos dos de sus grandes tesoros: la casa ancestral de la
familia Chen y el Mausoleo del Rey Nanyue.
La arquitectura de la casa
de la familia Chen llamó mi atención porque tiene un estilo diferente a los
palacios imperiales que había visto en Beijing. Los techos están decorados con un
gran número de pequeñas esculturas humanas y mitológicas hechas de piedra,
madera, ladrillo y cerámica, las cuales representan escenas de la famosa ópera
de Guangdong.
Foto: Gabriela Becerra |
Foto: Gabriela Becerra |
Foto: Gabriela Becerra |
Foto: Gabriela Becerra |
Otra de las joyas de la ciudad
es el Mausoleo del Rey Nanyue, donde descansa Zhao Mo, segundo monarca de la Dinastía Han del Oeste. A penas
en 1983 fue cuando se descubrió su tumba y, para sorpresa de todos, sus restos estaban
cubiertos con un traje hecho de jade.
Foto: Gabriela Becerra |
Cuando Zhao Mo murió, allá
por el año 211 antes de Cristo, fue enterrado con los cuerpos de 15 personas
que habían sido sacrificadas para que, según la creencia, prestaran sus
servicios al monarca en el más allá.
En la tumba también se
encontraron más de 10 mil 434 objetos, entre vasijas, joyas, espadas, grandes
anillos de piedra, incensarios e instrumentos; creados principalmente con jade,
bronce y perlas.
Después de haber apreciado
estas dos reliquias de la ciudad nos dirigimos al piso 39 del Hotel Landmark
Cantón, donde nos aguardaba un bufete de sushi, ostiones, salmón, ensaladas, y más
de diez platillos de comida típica cantonesa, así como frutas y postres.
Es tan sólo el principio de
un viaje de diez días, estoy segura que a mi regreso a Beijing, la báscula
marcará unos kilos de más. Pero, ¿quién puede resistirse a esta gastronomía?
El piso 39 nos ofreció una
panorámica nocturna de la ciudad de Guangzhou e invitó a dar un paseo por el
río Perla. Así que después de la cena y para cerrar el día con broche de oro, abordamos
una de las pequeñas embarcaciones que flotan sobre las aguas de esta perla.
Foto: Gabriela Becerra |
Foto: Ana Wei |
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