domingo, 3 de marzo de 2013

Los tesoros olvidados de China


Día 10.-Ciudad de Quanzhou

29 de diciembre, 2009



Hasta entonces, los sitios históricos que habíamos visitado en nuestro viaje a las provincias de Guangdong y Fujian estaban en la ciudad, donde resistieron el embate del tiempo, la destrucción y reconstrucción de las urbes y se mezclaron con los modernos edificios.

En cambio, la residencia antigua de  la familia Cai se encontraba a varios kilómetros de la ciudad de Quanzhou, como queriendo huir de la mancha urbana y del acoso turístico.

Para llegar a ella cruzamos pequeños poblados, algunos de apariencia desoladora. Atrás dejamos los grandes corporativos y centros comerciales, los edificios con ventanas de cristal, y las largas avenidas.

Al descender del autobús, sentí el viento gélido de las primeras horas del día, que levantaba el polvo de las calles sin pavimentar. En la puerta de la residencia ya nos esperaba el señor Liu con una sonrisa, estaba ansioso por mostrarnos el tesoro familiar en el que han vivido varias  generaciones.

Las 22 casas que conforman el conjunto habitacional están distribuidas en amplias calles paralelas y estrechos callejones perpendiculares. Sus techos, a dos aguas y con puntas que miran al cielo, estaban cubiertos con tejas grises.

Una de las cosas que más llamaron mi atención fue que las paredes se construyeron con una mezcla de diversos materiales desechables como ladrillos, conchas de almeja, ostión y caracol.

Tanto en las fachadas como en el interior de las casas se pueden admirar miles de detalles. Paisajes naturales, episodios históricos, grecas, flores, animales y caracteres chinos están representados con pintura, madera tallada y relieves de piedra incrustados en las paredes.

Desafortunadamente, el paso del tiempo ha borrado algunas pinturas, así como poemas o leyendas escritas en chino mandarín. No obstante, los años le imprimen un toque de antigüedad que las hace más atractivas al tacto y a la vista, por su rica variedad de texturas y colores desteñidos.

El señor Liu nos comentó que el gobierno local de Quanzhou destina una partida del presupuesto para proteger esta reliquia arquitectónica, aunque reconoció que no es suficiente debido a los múltiples detalles decorativos que tiene la residencia.

Este legado patrimonial fue edificado en una superficie de 16 mil 500 metros cuadrados por el señor Cai Qichang y su hijo Zishen, entre 1867 y 1911, cuando gobernó la dinastía Qing.

Zishen llegó a ser diputado en Filipinas y tuvo también negocios en Singapur. Gracias a estas dos posiciones, pudo construir la residencia en donde ahora convive la séptima generación con más de 100 descendientes.

Durante el recorrido nos encontramos al señor Cai Shangyi tomando té con su esposa e hija en un diminuto comedor de madera tallada. Shangyi pertenece a la sexta generación y ha vivido en la residencia desde que nació, por eso no le resulta extraordinaria su belleza, aunque reconoce la importancia del recinto histórico por la gran cantidad de turistas que reciben cada año.

Tras la visita a la familia Cai fuimos al Puente de Anping que, para ser un sitio histórico con más de 800 años de antigüedad, está completamente abandonado.

A pesar de que en el camino había letreros que anunciaban el puente como un monumento histórico, al llegar al lugar nada indicaba que por ahí hubiera uno. En los alrededores alcanzamos a ver un paradero de camiones de basura y, entre ellos, una pequeña puerta: era la entrada hacia el gran puente.


Sentí pena al encontrar la puerta para entrar al
Puente Anping en un barrio tan desolado.
Foto: Gabriela Becerra

Construido completamente de piedra, el puente cruza una extensión de mar de dos kilómetros. Por cuestiones de tiempo no lo recorrimos todo, pero en su camino se pueden encontrar algunos pabellones y un pequeño templo.


El Puente Anping tiene más de 800 años de historia.
Foto: Ana Wei

Con esta visita concluí mi viaje de diez días a Guangdong y Fujian. Dos provincias que me sorprendieron por su acelerado crecimiento económico en los últimos años, así como por las relaciones comerciales que han mantenido con la isla de Taiwán.

Pero no sólo eso, ambas provincias también gozan de un legado cultural incalculable y de una gastronomía que puede satisfacer los paladares más exigentes, no por nada la de Guangdong es reconocida a nivel internacional.

A tres meses de haber llegado a China, este viaje me permitió acercarme a su cultura, historia y gastronomía.

Me llevo de regreso a Beijing la alegría de los habitantes de la zona costera del sur de China, el exquisito sabor de los platillos a base de mariscos, y la ingeniosa arquitectura de las construcciones llamadas “tulou”.