jueves, 20 de septiembre de 2012

Los encantos de la ciudad de Guangzhou


Día 1.- Ciudad de Guangzhou

20 de diciembre, 2009


Después de tres horas de vuelo desde Beijing, llegamos a la ciudad de Guangzhou para un viaje de trabajo.

Durante diez días, una delegación de Radio Internacional de China, integrada por extranjeros de los departamentos de indonesio, francés, inglés, árabe y español, así como por autoridades de la emisora, visitará las provincias costeras de Guangdong y Fujian, ubicadas en el sur del país.

Dominic, de Inglaterra; Ludovic, de Francia; Wuafa, de Egipto; Jebs, de Indonesia; varios compañeros chinos y yo, de México, integramos la delegación de CRI.


 Visitaremos Guangdong y Fujian, dos provincias que se encuentran en el sur de China.

Del frío al calor

Tan pronto como bajé del avión, me quité abrigo, guantes y bufanda. Parece que las estaciones del año en la capital de la provincia de Guangdong no transcurren. Aunque es invierno, los árboles más altos lucen frondosos y los pequeños presumen el colorido de sus flores.

Del aeropuerto al hotel, observé que Guangzhou es una ciudad y un bosque al mismo tiempo. En sus avenidas hay una gran cantidad de árboles y los puentes, tanto peatonales como vehiculares, están tapizados con plantas y flores.

Alcancé a ver en las azoteas de las viviendas pequeños jardines, pues los habitantes buscan, en medio de tanta construcción, automóviles y contaminación, abrirle paso a la naturaleza.

Guangzhou es una mezcla de lo viejo y lo nuevo. Basta con transitar por las avenidas para notar ese contraste tan marcado, pues los edificios más antiguos y despintados parecen indefensos frente a los modernos y altos con más de 50 pisos, que por las noches se iluminan con luz neón.

El hotel donde nos hospedamos nos dio la bienvenida con un festín culinario. A penas tomamos asiento, comenzaron a desfilar ante nosotros una gran variedad de platillos que me hicieron constatar que la cocina cantonesa es una de la mejores del mundo.

Por cierto, esta gastronomía es la que más representa a China a nivel internacional, pues históricamente han sido los cantoneses quienes se han aventurado en el extranjero, la mayoría de ellos, para poner un restaurante. 

Un caldo caliente, con trozos de carne de cerdo y hojas medicinales, fue la antesala de lo que vendría después: queso de soya, repollo hervido, huevos hervidos en té, arroz cocido, pescado, bollos rellenos de carne de puerco, frijoles dulces y ganso laqueado, platillo típico de esta ciudad.

El brindis es algo que no puede faltar en las comidas chinas donde se celebra algo especial. Iniciábamos un viaje de trabajo de diez días por dos provincias sureñas de China, así que había un motivo para brindar con el tradicional baijiu de arroz, un licor que en promedio tiene entre 40 y 60 grados de alcohol.

El viaje apenas comenzaba y Guangzhou quería mostrarnos dos de sus grandes tesoros: la casa ancestral de la familia Chen y el Mausoleo del Rey Nanyue.

La arquitectura de la casa de la familia Chen llamó mi atención porque tiene un estilo diferente a los palacios imperiales que había visto en Beijing. Los techos están decorados con un gran número de pequeñas esculturas humanas y mitológicas hechas de piedra, madera, ladrillo y cerámica, las cuales representan escenas de la famosa ópera de Guangdong.

 
Foto: Gabriela Becerra


Foto: Gabriela Becerra

Foto: Gabriela Becerra



Foto: Gabriela Becerra


Otra de las joyas de la ciudad es el Mausoleo del Rey Nanyue, donde descansa Zhao Mo, segundo monarca de la Dinastía Han del Oeste. A penas en 1983 fue cuando se descubrió su tumba y, para sorpresa de todos, sus restos estaban cubiertos con un traje hecho de jade.

Foto: Gabriela Becerra

Cuando Zhao Mo murió, allá por el año 211 antes de Cristo, fue enterrado con los cuerpos de 15 personas que habían sido sacrificadas para que, según la creencia, prestaran sus servicios al monarca en el más allá.

En la tumba también se encontraron más de 10 mil 434 objetos, entre vasijas, joyas, espadas, grandes anillos de piedra, incensarios e instrumentos; creados principalmente con jade, bronce y perlas.
 
Después de haber apreciado estas dos reliquias de la ciudad nos dirigimos al piso 39 del Hotel Landmark Cantón, donde nos aguardaba un bufete de sushi, ostiones, salmón, ensaladas, y más de diez platillos de comida típica cantonesa, así como frutas y postres.

Es tan sólo el principio de un viaje de diez días, estoy segura que a mi regreso a Beijing, la báscula marcará unos kilos de más. Pero, ¿quién puede resistirse a esta gastronomía?

El piso 39 nos ofreció una panorámica nocturna de la ciudad de Guangzhou e invitó a dar un paseo por el río Perla. Así que después de la cena y para cerrar el día con broche de oro, abordamos una de las pequeñas embarcaciones que flotan sobre las aguas de esta perla.

Foto: Gabriela Becerra

Foto: Ana Wei




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