martes, 25 de septiembre de 2012

Un acercamiento a la cultura hakka


Día 3.- Ciudad de Meizhou

22 de diciembre, 2009
Tras una hora de vuelo desde Guangzhou llegamos a la ciudad de Meizhou, donde se asentó uno de los grupos étnicos más importantes de China: los hakka, cuyos orígenes se remontan a más de cinco mil años de historia.

Meizhou está ubicada en el noreste de la provincia de Guangdong, en el sur de China, y tiene un clima tropical agradable. Como es una zona urbana pequeña, pude disfrutar del verdor de las montañas, a pesar del invierno.

A diferencia de Beijing, donde las bicicletas abundan, aquí la moto es uno de los medios de trasporte más usados, sobre todo para ir a dejar o a recoger a los niños a la escuela. Me tocó ver a los padres con dos o tres niños abordo.

Desde el primer momento en que recorrí las calles, percibí que había un gran número de edificios nuevos y decenas en construcción, donde las viviendas tradicionales de los hakkas buscaban sobrevivir.

El pueblo hakka es reconocido por el estilo arquitectónico de sus viviendas, el cual está estrechamente ligado a la naturaleza, de ahí que asiente sus poblados en las faldas de las montañas, a las que consideran  protectoras. Las aguas que descienden desde su cumbre son encausadas para formar un espejo de agua que sitúan frente a las casas.

Maqueta que muestra el estilo arquitectónico de la cultura hakka. Foto: Gabriela Becerra

De las construcciones hakkas que quedan, la mayoría están asentadas fuera de la zona urbana. Su diseño es sencillo: un solo piso, techos a dos aguas y pequeñas ventanas de madera. 

Observé que la humedad de la lluvia había dejado sus paredes manchadas de amarillo, y que algunas casas parecían abandonadas.

En el primer día de viaje por Meizhou visitamos el hogar donde nació Ye Jianying (1897-1986), una de las piezas claves en la historia reciente de China. El lugar que lo vio nacer es de estilo tradicional hakka.

Ye Jianying (1897-1986), una de las piezas claves en la historia reciente de China. Foto: Gabriela Becerra

El recorrido por su casa fue breve porque la emisora local de Radio Internacional de China (CRI) en Meizhou tenía todo preparado para la inauguración de un estudio de grabación donde se transmitirá en lengua hakka, con la intención de revalorar esta cultura milenaria.

La celebración dio inicio con la danza del dragón y, posteriormente, Wang Gengnian, director general de CRI, y Liu Rizhi, secretario del Partido Comunista de Meizhou, ofrecieron un discurso.
 
Wang Gengnian, director general de CRI.

Tras la inauguración nos dirigimos a un salón de fiestas para celebrar. Ahí confirmé que en las reuniones familiares, de trabajo o de negocios, se acostumbra brindar constantemente con los anfitriones, invitados, jefes o festejados, según sea el caso.


También aprendí que es una descortesía no hacerlo. Si eres el festejado, todo el mundo irá a tu lugar a brindar contigo varias veces, pero debes hacer lo mismo con tus invitados. 

En este ir y venir de copas, al final de las celebraciones todo el mundo está, por decir lo menos, un poco mareado.

Si el festejo está relacionado con asuntos laborales, los empleados van al lugar donde está sentado el jefe para brindar. Al hacerlo, colocan su copa más abajo en señal de respecto.

Después de múltiples brindis y de haber aprendido algunas reglas de etiqueta china, nos dirigimos al templo budista Ling Guang, el cual está enclavado en la montaña Yin Na, a mil 200 metros de altura sobre el nivel del mar.

Antes de entrar al recinto principal, hay una antesala con cuatro estatuas medianas que representan a los reyes celestiales del viento, la cosecha, la lluvia y los truenos; mientras que al centro se encuentra una estatua del buda de la alegría.

Los guardianes del templo Ling Guang. Foto: Gabriela Becerra

Con el buda de la alegría. Foto: Ana Wei

En el patio central del lugar está dispuesto un enorme incensario, elaborado con finos detalles de herrería y, frente a él, una mesa donde los fieles colocan comida, flores e incienso a manera de ofrenda.

Lo que más llamó mi atención fueron dos relicarios, de más de dos metros de altura, donde los creyentes colocan una imagen de buda y sus peticiones escritas en papel.

Los monjes budistas quemando incienso. Foto: Gabriela Becerra

Había también altares dedicados a otras deidades budistas. La decoración de la habitación era rica en detalles: cortinas bordadas con vivos colores, lámparas hechas de papel, y retablos de madera con figuras talladas de dragones, aves y mujeres. 

Después de la visita a este templo regresamos al hotel Yan Nan Fei, un lujoso conjunto ubicado en la cima de una montaña, rodeado por decenas de hectáreas dedicadas al cultivo del té. 

Una tertulia, acompañada con una taza de la infusión, producto de la cosecha de estas tierras, fue el punto final de nuestro tercer día de viaje por la provincia de Guangdong.



No hay comentarios:

Publicar un comentario